pensar en tus caricias
o un mohín tuyo
que me produce la sonrisa.
Un gesto de ti
como recostare en mi pecho
haciendo inútil los esfuerzos
del sofá bien diseñado
para la comodidad de nuestros huesos.
Me salva de la rutina
saber que al fin del día
me encontraré entre tus brazos
pidiéndome un abrazo
que te libere de los dolores
que ganaste trabajando
y que para los masajes
es que me tienes a tu lado.
Y yo, sumiso e incauto
guardo de mi lo romántico
y el beso que estuve cultivando
para poder alejarte
de todos tus males.
Llegó la hora,
se acabó la rutina
y celebro que la vida
yo la pase a tu lado.
Daniel Valdman.