y pasará un buen rato
para que el sol seque
los cenagosos campos.
Se enterraran las botas
al dar cada paso
y el filo del azadón
no podrá cortar el pasto.
Pero la labor
no puede tener descanso
pues en ella están puestas
las esperanzas e ilusiones
de tener comida en los platos
y calor en el hogar de leños
donde mi amada cocina los sueños
de que tengamos esta vez
una buena cosecha.
Se merece un vestido nuevo
y quizás también
un nuevo calzado
y para mi su sonrisa
al descubrir los regalos
y el sincero y fuerte abrazo
que me dará en agradecimiento.
Entonces juntos bailaremos
derrochando la alegría
que nos dará la cosecha
aunque hoy esté
llena de barro.
Daniel Valdman.