la música de la vida.
Al alba el canto de los pájaros,
después el sonido de las máquinas.
Entonces me fui al campo
a sentir el silencio del labrador
con los sentimientos metidos en la tierra
y sus esperanzas en la próxima cosecha.
Me quedé allí, metido en la naturaleza
porque no se está mas cerca del infinito
que cuando se vuelve a la propia esencia.
Estuve en el mar con las gaviotas
navegando por incontables puertos,
sintiendo sus graznidos y aleteo.
Me acompañaron las olas
con su compás prodigioso
y me llevaron en la fantasía
a mundos que aún no conozco.
Y volví a a tus brazos
en la realidad palpitante,
porque no hay mejor mundo,
ni puerto, ni selva, ni prado
que estar entre las caricias
de la mujer que amo.