cuidando que sus semillas
siempre den buen fruto.
Lo riego con caricias
y lo alimento con besos
que aveces no son de los labios,
son del sentimiento.
Le pongo abono en palabras
que quizás sean esperadas
y sobre todo la fe
de que llegarán a mi amada.
Siembro amor todos los días
porque es lo que más nos hace falta.