quizás sumergida en el último sueño
desfrutando el momento
antes de las próximas corridas.
La única voz que lo altera
es la de mi conciencia
que goza de cada recuerdo
trayéndome lo que me alegra
o los herrores cometidos.
Montado en esta sinfonía
las remembranzas me llegan
haciéndome un juicio,
que es el único que admito
cuando ya remediarlo es imposible
porque el tiempo ha pasado
y el pasado es inamovible.
Hace tiempo que no escribo
pues las ansias en mi mente
se tropiezan con la realidad vigente
en un mundo ambicioso
de poder y de riquezas.
Soy de otra época,
de cuando se creía
en la palabra del dirigente
y estrechar la mano
ante la promesa de un pacto
era el documento suficiente
para obligasrse a cumplirlo.
Sigo disfrutando
la música del silencio,
con tanto por decir
y con tan poco
buen sentimiento.
Daniel Valdman.