queda en la almohada
y en la piel,
el calor de tu abrazo.
Caliento el café
para compartirlo contigo
y mientras espero,
te sigo soñando.
Y me siento a tu lado
con ambos pocillos
y mientras te miro,
adoro la realidad
de tenerte a mi lado
y te amo.
Te amo así, recién despertada
con el aliento de haber dormido
y terriblemente despeinada.
Te amo sin pintura ni afeites,
natural, como tu alma.