sábado, 15 de enero de 2022

Futuro



Ejercitan las huestes
lindando el campo de batalla
mostrando sus armas relucientes
y en sus gritos, que la moral es alta.
Prestos los corceles
con sus más terribles galas
para causar temor al enemigo
que del otro lado del campo
hace exactamente lo mismo.
Por un lado acampa el hambre,
por el otro la plaga
queriendo disputarse la carne
que en la humanidad hallan
viéndola indefensa y cobarde,
presa muy fácil
para desventuras crearle.
Y entre estampidos y estruendos
corren ambas fuerzas a enfrentarse
una creando enfermedades
la otra degradando la sangre
que en los cuerpos se mantiene viva
sin que se encuentre la medicina
que tales males pueda curarse.
Y sobre este feroz combate
surge la ambición de poder sobre la gente
que con monedas muy relucientes
compra el aire que se respira
dejando a la humanidad ahogarse
haciendo más dócil la cacería.
Y así, se termina la vida,
muerta por monedas relucientes.
Ya no hay motivos para pelearse.
Se acabó el mundo que existía
lleno de paz, amor y alegrías
para convertirse en planeta errante
hasta el sin fin de los días.
Daniel Valdman




Plegaria

Rosado el cielo
al alcance de mi mano
porque en ese pedacito de ventana
donde las cortinas no se cierran
entra la luz de primavera
que hace posibles mis sueños.
Y en esa inmensidad tan pequeña,
por donde envío mis plegarias,
despierta el nuevo día
con renovadas esperanzas.
No me pertenece la vida,
solo la tengo prestada
para poder disfrutarla
mientras el tiempo lo permita.
Y el amor,
el más grande astro
entre todas las estrellas,
duerme aún junto a mi lado
mientras yo divago
entre incontables fantasías.
No hay nada más grande
que amar y sentirse amado
aún aunque haya hambre,
aunque las cobijas no alcancen
y el abrigo sean solo las caricias.
Y por eso agradezco a los cielos
que entran por el pedacito de ventana
que pueda cubrirte con mis plegarias
mientras te quedas conmigo
el resto de nuestras vidas.
Daniel Valdman