La presión es muy alta,
debemos replegarnos
y en mi pecho, tomándote la mano,
te llevo conmigo
donde quiera que vaya.
Las municiones escasean
y ellos tienen muchas fuerzas.
En cinco o diez nos superan
y ya no hay más refuerzos.
Todo el pueblo está armado,
desde los más eruditos
hasta aún fuertes ancianos
y los niños mayores de catorce años.
Salvo médicos y enfermeras
todo son combatientes
sin que importen las razas o los credos
porque lo que se defiende es la tierra.
Hogar de nuestros sueños,
estandarte de la esperanza
al que un enemigo ataca
por el solo hecho de expulsarnos.
Ay mi cielo, cuánto es lo que te extraño
y cada vez más lejos estamos
de quizás poder encontrarnos
para que juntos combatamos
con besos, miradas y caricias
cada bala perdida
que sin razón
quiere sojuzgarnos.
Daniel Valdman.
