La ansiedad de este encuentro
me obliga a corregir cada detalle.
El hogar aseado,
los cojines donde te sientas,
el café preparado,
la pulcritud de mi vestimenta,
la ventana abierta
y un aroma a amor
que invade todo el cuarto.
Ya no se qué hacer con mis manos.
La inquietud se apoderó de mi pecho
y la calma se tomó su descanso.
No veo la hora de tu llegada
y se gastan las baldosas
al desliz de mis pasos.
Te espero
y de paciente ya no tengo nada.
Cuánto necesito de tu abrazo
para decirte que te quiero.
Y te espero,
te espero, porque te amo.
Daniel Valdman
