dejándonos las marcas
de lo que hemos vivido.
Pero la juventud del alma
se mantiene inquieta
deseando con nuevas fuerzas
cumplir los sueños nunca perdidos.
Y quiero tus brazos en mi cuello
bailando un vals eterno
sobre el tapiz de la hierba,
en el más brillante día,
sin nubes, a sol pleno
y que sea testigo el cielo
de esta danza sin música.
Tu en mi alma y la mía en la tuya
y juntos ir por los sueños,
esos que tenemos
desde toda la vida
Daniel Valdman