La esperanza se asoma con el alba
y su aureola dorada
nos lleva a movernos
en la misión cotidiana
tratando de alcanzar
los sueños que anhelamos.
Mañana luminosa
para sembrar otra semilla,
para recoger nuevos frutos,
para agradecer en una plegaria.
Sentir que la tierra nos acaricia
regalándonos el fresco aroma
de la mañana
mientras aún blanca la escarcha
mantiene húmedas las ilusiones.
Callosas las manos manejando la pala
con la dulzura del sentimiento
que dará alimento
a las ramas cortadas.
Ya llegan las aves
para acompañar la labranza
con trinos y colores
decorando esta esperanza
que nos llena de emociones
cada vez que se asoma la alborada.
Daniel Valdman.
