con pastizales que la rodean
rememora tiempos idos
con infinidad de historias.
El columpio en el árbol aún chirria
la alegría de los niños
cuando en él se hamacaban
y con el juego reían.
Y ahora, con las paredes deshojadas
y las tejas por caerse
solo le da amparo a la gente
que se pierde entre los campos.
Hubo en ella festejos, nacimientos,
cálidas noches de invierno
al crugir de las brazas por los leños
cocinándose el cariño, el amor y el alimento.
Parado frente a ella
la veo como un monumento
por donde han pasado
mis hermanos, mis padres, mis abuelos
y cuantas familias antes de ellos.
Me duele ver la cabaña abandonada
y una sentida lágrima
rueda hasta mi cuello.
Daniel Valdman.