No se puede tocar, imposible verlo
pero se escapa de las manos
como arena del desierto.
Lo distingo en los hijos de los amigos
cuando hace mucho no los veo
o en la profundidad del espejo
cuando no me detengo ante el rostro
sino que miro en los ojos
lo que ha escrito mi historia.
Lo siento en lo aguerridas de mis manos
que no tienen la misma fuerza
para levantar un peso alto
pero son más suaves y sensibles
ante la caricia que regalo.
Lo veo cuando a veces me parece
que el minutero corre más rápido
y se me fue la hora simplemente pensando
o cuando me ceden un asiento
porque llegué a la etapa que está del otro lado.
Si, es imposible tocar el tiempo,
olerlo, apretarlo
y menos aún guardarlo
para usarlo en algún momento
porque los momentos son a cada instante
y son imposibles detenerlos.
Y si voy a la memoria
de mis incontables sucesos
veré que me ha pasado tanto tiempo
que ya casi, no recuerdo.
Daniel Valdman.
