Por nada,
por todo,
por tanto.
Por permitir que se enreden
mis dedos en tus cabellos.
Por dejarme saborear
el dulzor de tus besos.
Por mirarme como me miras
convenciéndome de que todo es cierto.
Por dejarme recorrer
la tersura de tu piel
y por la intrepidez de tus gemidos
aunque debamos cuidarnos en silencio.
Por tu liberación a la pasión
sin pudor a lo prohibido
y por la ternura que me regalas
cuando aprietas mi cabeza en tus pechos.
Por las travesuras, por las aventuras
y por los cuentos que inventamos
vistiéndonos de otros personajes.
Por lo que eres,
por en lo que me conviertes
simplemente un enamorado
de poder amarte.
Y por todo ello, gracias
por haberte metido en mi vida
casi casi a las escondidas
y sin permisos de ninguna parte.
Daniel Valdman.
