viernes, 18 de diciembre de 2015

Hogar

Vuelves a mi paloma mía
con las alas cansadas
de tanto recorrido.
Distancias apabullantes
entre montañas y ríos.
Entre enormes mares,
entre cuestas y abismos.
Llegas buscando
la paz anhelada
que te quite el tormento
de unas garras afiladas
y de crueles ataques
a tu bondad profanada.
He de cobijarte
con el amor que no te dieron,
con la caricia palpitante,
con el corazón abierto
y me contarás en tu silencio
la calma que puedo darte.
Nunca fuiste de nadie,
ni lo serás mía tampoco,
pero si decides quedarte,
deja la puerta abierta,
porque la libertad no espera
y quizás algún día juntos
salgamos a volar.
Daniel Valdman