La batalla no se acaba
mientras se sigue destruyendo
con la ciudad en llamas.
Las sirenas los oídos taladran
y tras ellas el estruendo
en lo que alguna vez fue una casa.
No hay gente en las calles,
solo nosotros en las barricadas
defendiendo lo que queda
de lo que alguna vez
fueron nuestros sueños.
Todo el mundo bajo tierra
es la orden impuesta
para salvar las vidas
de los que aún quedan
y no pudieron escaparse.
No hay palabras que comprendan.
Las balas sin sentimiento
atraviesan el aire como ráfagas
mientras nosotros respondemos
sin importarnos la vida ajena.
No quiero convertirme como ellos
que sin motivo nos atacan
para adueñarse de lo que es nuestro
dejando en el camino mares de sangre.
Qué impulsa al soldado
que con su arma en mano
arremete contra niños y ancianos
con tanta sedicia y con tanto odio?
Tras él debe haber un arma
que si no obedece, puede ser disparada
y como le teme a la muerte
aprieta el gatillo liberando su rabia.
Y por ello, esto no se acaba
porque nadie conoce el motivo
que propuso esta guerra.
Daniel Valdman
