en la barca del Diluvio,
no fueron los animales.
Llenó el Arca de amor
para que todo el que entrase
sintiera la paz en su corazón
y le sea placentero el viaje.
Lo mismo hizo Moisés
cuando enfrentó al pueblo,
cargó de amor su pecho
para entregarlo en su discurso
y así el rumbo puso
caminando por el desierto.
Y así tantos otros
que hacen parte de la historia
antepusieron el amor
para alcanzar sus metas.
Y es lo que deseo
en esta época de fiestas,
que nos llenemos de la herramienta
que al fin, todo lo puede,
pues no se compra con moneda
y en toda alma existe.
Pongamos el amor en la mesa
y que la humanidad se alimente.