tu mano inquieta
que busca la mía
sobre la mesa.
Las palabras quietas,
el café de por medio
y las miradas risueñas
que lo dicen todo.
No hace falta el beso
ni tampoco la caricia.
El sentimiento flota
por todas las fibras
y la pasión cede
ante tanto cariño.
Es otro mundo,
es otro sitio,
donde la piel sobra
y las almas se desnudan.
Es mi mirada en la tuya
diciéndote que te quiero
y es tu mirada en la mía
diciéndome que lo aceptas.