Crecen las flores
en nuestra huerta.
Los capullos ya se abren
mostrando su belleza
devolviéndonos el amor
con el que hemos sembrado.
Y así es tu mano
cuando me entrega su caricia
poniéndole luz a la vida,
a mi alma alegría
y eternidad al tiempo.
Me quedo en tu sonrisa
que a veces con picardía
se acusa de la travesura
en que te has metido
y me siento como un niño
complice de la locura.
No hacen falta más que sueños
donde navegamos juntos
buscando el firmamento
empujados por abrazos y besos
regando al universo
con el amor que hemos creado.
Y por todo esto
es que cantan las flores en la huerta
entre la inmensidad del cielo y la pradera,
entre tu caricia y mi beso.
Daniel Valdman
