sábado, 15 de enero de 2022

Futuro



Ejercitan las huestes
lindando el campo de batalla
mostrando sus armas relucientes
y en sus gritos, que la moral es alta.
Prestos los corceles
con sus más terribles galas
para causar temor al enemigo
que del otro lado del campo
hace exactamente lo mismo.
Por un lado acampa el hambre,
por el otro la plaga
queriendo disputarse la carne
que en la humanidad hallan
viéndola indefensa y cobarde,
presa muy fácil
para desventuras crearle.
Y entre estampidos y estruendos
corren ambas fuerzas a enfrentarse
una creando enfermedades
la otra degradando la sangre
que en los cuerpos se mantiene viva
sin que se encuentre la medicina
que tales males pueda curarse.
Y sobre este feroz combate
surge la ambición de poder sobre la gente
que con monedas muy relucientes
compra el aire que se respira
dejando a la humanidad ahogarse
haciendo más dócil la cacería.
Y así, se termina la vida,
muerta por monedas relucientes.
Ya no hay motivos para pelearse.
Se acabó el mundo que existía
lleno de paz, amor y alegrías
para convertirse en planeta errante
hasta el sin fin de los días.
Daniel Valdman




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