en las comisuras de los labios,
en las bolsas de los ojos,
en los surcos de la frente.
En la terquedad de la sabiduría
y en los silencios profundos
a los que arrastran los recuerdos.
Y como una flor en su estado moribundo
el peso del tiempo hace
que la piel se marchite.
Es hermosa la vida
y un deleite haber vivido;
de los aciertos enorgullecido
y de los errores
de los que aún me arrepiento.
Todo sirvió para haber aprendido,
desde la remota infancia
hasta los achaques que hoy padezco.
Todo tiene su precio
y estoy pagando en mi cuerpo
las veces que me he arriesgado,
las comidas con que me he pasado
y las aventuras a las que me he dirigido.
Si, el tiempo se cobra todo,
pero nadie me quita lo bailado.
Daniel Valdman.
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