Los racimos, cargados de esperanzas,
esperan las manos sabias
que sepan recogerlos.
Algunos serán frutas,
otros serán vino
para crear el espíritu furtivo
que llene al ser de alegría.
Y estaré embebido en tu cariño,
borracho de amor y fantasía
sintiéndote tan cerca mío
que no habrá espacio para mi alma.
Porque estarás tu metida
hasta mi último recoveco
donde no exista el pensamiento
que no te tenga presente.
Y será mi labor
recoger los simientes
junto con las primaveras
que te tengo guardadas.
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