no hay manera de levantarlo.
En las oficinas desesperados
no saben cómo
solucionar este problema.
Las citas se postergaron,
la correspondencia se ha paralizado
y las llamadas urgentes
quedaron suspendidas
porque los auriculares
dieron su despedida
al no servir para algo.
Los jefes alborotados
buscan culpables entre inocentes
y los pobres clientes
quedarán esperando
porque todo está en el sistema
y este ha desaparecido.
Hay que escribir
las cartas a mano
y no todos tienen
buena caligrafía
ni siquiera en la ortografía
haya algunos que se atreven.
Utilizarán el correo
puerta a puerta con carteros
como se hacía anteriormente
y el teléfono fijo
si es que alguno aún lo tiene.
Se cayó el sistema
creando millones de contratiempos.
Quizás ha llegado el momento
de disfrutar la vida
sin tanta tecnología
y volver a ser humanos
como antes lo hemos sido.
Daniel Valdman.