La resaca de los sueños
perdura aún despierto
cambiando realidades
sin saber lo qué es cierto.
Quedan en la almohada los secretos
sin recordar siquiera
un nombre, un rostro, un beso
que flota en la memoria
y se va diluyendo
mientras el agua fría
me devuelve al día
donde la obligación se adueña
de las necesidades cotidianas.
Y así avanza la mañana
con la sensación extraña
de encontrar el lugar
antes de estar despierto
y volver a sentir ese abrazo, ese beso
que se perdió en el tiempo
justo justo,
cuando estaba amaneciendo.
Daniel Valdman.
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