de nuestra presencia
y por ello nos recibe
con cantos de sirenas
acompañando las olas.
No se olvida del amor
que en él derramamos
ni de los besos y caricias
que en su playa dejamos.
Imposible le es
olvidar tu sonrisa
que hacía fulgurar las noches
al amparo de la brisa.
Y yo, celoso de sus aguas
que te bañaban toda,
te llenaba de cariño
compitiendo entre el mar
y mi alma.
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