miércoles, 28 de octubre de 2015

Vejez

Quiero amarte,
pero no con la pasión 
que aún nos queda,
sino en el tiempo,
cuando nuestros cuerpos ya marcados
y las manos agrietadas
todavía se unan
caminando por la huerta que sembramos.
Cuando las arrugas de las caras
ya no sean capaces de mirarse en el espejo
y esas mismas manos
todavía estén dispuestas a la caricia.
Cuando los labios lleguen a marchitarse
y aún al verlos, deseemos besarlos.
Cuando ya no seamos jóvenes al vernos
y aún así, saber que nos amamos.
Quiero amarte de esta manera,
con el tiempo, con la vejez a cuestas
y saberte a mi lado,
como todo el camino 
que juntos hemos andado.
Daniel Valdman

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